Es conocida la implementación de Procedimientos Operativos Standard (SOP´s por su sigla en inglés) en diversas ramas de la industria, y la veterinaria no es la excepción.
En mis tiempos de veterinario Junior en un tambo del partido bonaerense de Cañuelas tuve la suerte de conocer a un colega, formado en el exterior, el cual implementa esta metodología de procesos. Solía decirme: “Lo que no se mide, no se maneja”, y cuánta razón que tenía.
Un SOP es un conjunto pasos simples y detallados respecto de cómo completar una tarea. Es como una receta de cocina, que le da al operario una descripción detallada de la manera en la cual desarrollar un trabajo específico.
Es una excelente herramienta para que los trabajos se hagan siempre de la misma manera, sin importar quién sea el responsable de realizarlo, tema particularmente importante en los establecimientos lecheros con alta rotación de personal. Los reemplazos durante los francos, entre otros, suelen traer problemas aparejados en este sentido.
También podemos protocolizar los registros para simplificar la toma de datos, ayudando a reducir errores y disponer de información factible de ser analizada. Es clave el manejo ordenado
de esta información y que el lugar donde la volquemos sea fácil de completar y analizar.
Una buena idea es una hoja de Excel, como entrada de datos que se sincronice con tablas y gráficos, dándonos la ventaja de tener los datos que nos interesa a mano y rápidamente (ver
Tabla Nº 1).
Si no manejamos la información no sabremos donde estamos parados o qué tan eficientes somos. Tampoco podremos plantear objetivos. De aquí a importancia del registro.
Pero solo recolectando datos no hacemos nada: para que realmente sean útiles hay que analizarlos y usarlos en la detección precoz de posibles problemas que puedan estar ocurriendo.
De nada sirve tener un cúmulo de registros para luego dejarlos ahí. Con esa actitud lo único que lograremos es desgastar al personal encargado de recopilarla diariamente hasta que finalmente desista.
Es nuestra obligación realizar un feedback.
Una vez procesados y analizados los datos veremos qué podemos hacer con ellos. Por ejemplo, en la Figura Nº 1 podemos observar la distribución de las diarreas según la semana de vida de los animales. A la vez, en la Figura Nº 2 exponemos la distribución de los calostrados (divididos en “mal” y “bien” calostrados; una manera sencilla y entendible que no genera confusiones cuando se analiza junto al operario).
Podemos ver en qué semanas de vida tenemos un mayor porcentaje de mortandad y/o incidencia de diarrea, relacionarlos con el status inmunitario de los terneros, a la vez de tener una idea de la causa y el por qué, y así repasar nuestros protocolos de manejo. Por ejemplo, una mayor incidencia en la primera semana de vida nos dará indicios en cuanto a que estamos teniendo problemas de manejo en la maternidad y rutina de calostrado.
Por su parte, en la segunda vamos a orientarnos más por el lado de la higiene de los utensilios que se utilizan para dar la leche, calidad bacteriológica de la leche, etc.
El seguimiento de la transferencia de la inmunidad pasiva (medición de proteínas totales en suero por refractometría) es un dato de fácil recolección y bajo costo, que se obtiene rápido y que es básico para ir
monitoreando nuestro programa de calostrado.
Se sabe que los terneros mal calostrados tienen menor sobrevida que los que tienen adecuados niveles de Ig circulantes. Por ende, al encontrar fallas debemos enfocarnos en los puntos críticos de control siendo necesario repasarlos con el encargado de la tarea, seguirlo, reentrenarlo, supervisarlo, evaluarlo y seguir monitoreando hasta que se solucione el problema o lleguemos al objetivo planteado (el cual generalmente es más del 90% de los terneros con valores superiores a 5.2 mg Prot. Total/dl).
Solo a modo informativo, la Figura Nº 3 muestra la relación entre los calostrados y mortandad en una crianza de un tambo del Oeste de la provincia de Buenos Aires.
Una práctica que me ha sido de utilidad es presentar los datos en un lenguaje “neutro”.
¿Qué quiere decir esto? Que sea entendible para todos los integrantes del sistema, tanto para el dueño, administrador, encargado y, principalmente, para el operario.
Que este último vea lo importante que son los registros para hacer un monitoreo; que no sienta que es una pérdida de tiempo anotar, por ejemplo, qué día un animal comenzó con una diarrea.
Sin la intención de generalizar, suele haber una mejora evidente cuando uno le trasmite la importancia de su trabajo y cómo lo está llevando a cabo.Esto, realizado a través de un feedback informativo.
En resumen, la protocolización de las tareas y la toma de datos son dos pilares fundamentales que no podemos pasar por alto. La primera, porque crea consistencia en el trabajo; y la segunda, porque nos define el diagnostico de situación, permitiendo fijar objetivos y medir que tan (o no) eficientes estamos siendo. Seamos claros cuando exponemos los resultados, busquemos que todos los eslabones de la cadena comprendan lo que significan y su importancia.
Al fin y al cabo, lo que no medimos… no lo manejamos.
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